No parece pertenecer a China, pero Shenzhen es parte de un país que desde hace varios años comenzó a crecer de manera impresionante y con apenas tres décadas de vida, esta urbe está llamada a ser una de las más importantes de mundo dentro de no mucho tiempo.
Recorrer toda la ciudad llevaría varios días, pero su arquitectura es realmente deslumbrante, lo que invita a hacerse un tiempo para transitarla. Las construcciones de nuevos edificios no paran y los proyectos de crecimiento edilicio no se detienen.
Shenzhen mezcla una inmensa cantidad de metros cuadrados construidos con una infinidad de zonas naturales, verdes y muy elegantes, que hacen más deslumbrante a una ciudad que apuesta netamente al futuro.
Atrás quedó la antigua arquitectura china, muy pintoresca por cierto. Ahora es tiempo de la construcción moderna, con edificios que superan los 50 y 100 pisos y que invitan a detenerse para observar la gran variedad de diseños, luces y encantos.
La gente no está amontonada, salvo en el subte, donde no hay tiempo para mirar a los costados, ya que si alguien lo hace, pierde su lugar en la fila para ingresar a estos modernos medios de transporte, que cuentan con diversas líneas capaces de llevar a una persona desde una punta a otra de esta gran ciudad.
La urbe está dividida en ocho distritos (Futian, Luohu, Nanshan, Yantian, Bao’an, Longgang, Nueva Área de Guangming y Nueva Área de Pingshan), unos con más población y construcciones que otros, pero todos con su particular encanto.
El deporte pasó a ubicar el primer lugar en estos días con la disputa de la edición número 26 de las Universíadas. Shenzhen está empapada con el espíritu deportivo universitario y lo hace sentir. La calle, la gente, los medios de comunicación, son algunos de los elementos más demostrativos de todo esto.
Los lugares de competencia siempre cuentan con una gran concurrencia. El calor o la lluvia no son obstáculos para una población que está disfrutando al máximo de este evento deportivo, que congrega a más de 10 mil deportistas de 152 países.
Las montañas rodean una parte de esta enorme ciudad; los ríos otra. No hay playas, pero el encanto natural es suficiente para que la gente de otros países se sienta muy a gusto en Shenzhen.
Los casi 9 millones de habitantes (tres veces la población de Uruguay) son tan cálidos como amables. Los jóvenes son los que más disfrutan de las Universíadas, ya que no dejan pasar oportunidad alguna para sacarse fotos con atletas o periodistas de los distintos países que están representados en el máximo evento deportivo a nivel universitario.
Pero no todo es color de rosa. En un país que no deja de mirar hacia delante, las redes sociales, tan importantes como necesarias hoy en día en el mundo de la comunicación, están bloqueadas.
Es que en China es imposible conectarse a Facebook o Twitter, por ejemplo. Claro está que ellos mismos tienen sus propias redes sociales, pero el idioma es el principal obstáculo al que se enfrenta un extranjero por estos lados del mundo si desea utilizarlas, ya que con solo saber inglés no alcanza. El mandarín no es nada sencillo.
De todas maneras, la apuesta al futuro es grande y la ciudad no se detiene. Pasó de ser una localidad de pescadores a uno de los principales centros de producción en la actualidad. El deporte es la ventana al mundo por estos días en esta enorme conglomeración de espacios verdes y gigantescas construcciones. Shenzhen es diferente y aunque no parezca, es parte de un país tan grande como espectacular: China.
Agradecemos la gentileza del Círculo de Periodistas Deportivos del Uruguay, a través del corresponsal Enrique Arrillaga.