El “Elbio” (como se lo conoce popularmente) siempre fue un equipo ganador o por lo menos con serias aspiraciones a salir a ganar siempre. Así llego el año 2010. La segunda mitad de la temporada de la divisional “F” me encontró palpitándola desde el otro lado del charco. Los partidos iban pasando, el final del campeonato se iba acercando. Chances de ascenso intactas, un grupo unido y luchador. Cada vez más gente se sumaba a compartir la locura de los domingos a la mañana. Yo, desde un poco más lejos, estaba ahí, lo vivía como uno más.
Fin del campeonato, Elbio y La Escapada empatados en el 3er lugar. Partido desempate para definir el tercer y último ascenso a la divisional “E”. Mis fines de semana estaban complicados y para colmo no andaba con mucho dinero como para viajar. No me importó, hice el esfuerzo y me pagué un ómnibus que salía el sábado, viajaba toda la noche y llegaba justo el domingo a la mañana para ir a ver el partido desempate. Ya tenía todo acordado, uno de mis amigos me iba a pasar a buscar por Tres Cruces y de ahí derecho a la cancha.
Más o menos a las 5 de la mañana, en plena ruta, un fuerte relámpago me despierta. La lluvia era mucha, las luces rebotaban por cada rincón del cada vez más insoportable ómnibus. Los nervios me desbordaban, mis casi 10 años de experiencia en la Liga me hacían notar que las chances de que se suspendiese el partido eran altísimas.
No pude volver a dormir, esperé un par de horas y comencé a llamar a mis amigos. No había noticias aún. Los kms. pasaban y ya la desesperación, mezclada con impotencia era total. De repente recibo ese mensaje que esperaba pero no quería recibir.
-Juan Pedro Quagliata dice: “Chape, partido suspendido, no lo puedo creer”
La hora y algo que quedaba de viaje la dediqué entre lágrimas a preguntarme por que me tenía que estar pasando a mí. ¿Es que acaso el esfuerzo no vale nada? Así fue como llegué a Montevideo y en lugar de un amigo, me esperaba un taxi. Partí para la casa de mi madre y el resto del día lo pase en familia. Ya a la noche de vuelta para Buenos Aires.
Mi semana en Buenos Aires comenzaba con un sabor amargo, el viaje había sido en vano. Tenía una sensación de fracaso tremenda. Todo cambió cuando abro mi computadora y comienzo mi jornada laboral. Los mails de mis compañeros del Elbio iban llegando uno a uno, las palabras de agradecimiento por mi gesto me emocionaban. Se estaba generando un clima de victoria, un clima de hermandad…
-El domingo que viene no podemos perder- Pensaba
Pasaron los días y llegó un mail. Un mail que iba a cambiar el rumbo de esta historia:
-Chape, no te preocupes, el domingo llevo la computadora y te transmitimos el partido en vivo.
Era tan irrisorio como alucinante pensar en esta loca idea. Le respondí un rotundo “por supuesto” y seguí con mi rutina semanal.
Llegó el tan ansiado domingo. Habíamos coordinado previamente que el medio de comunicación iba a ser Skype.
Computadora y auriculares en mano me siento en un cómodo sillón. Me conecto a Skype y ahí veo del otro lado de la pantalla a Verónica Mila con la computadora que había llevado para la ocasión el genio de Marcelo Sosa. Sí, estaba conectándome con el partido, me estaban haciendo una transmisión en vivo, para el exterior, de un partido de la Liga Universitaria, del partido que quise ir a ver en mi trunca aventura de la semana anterior.
Ahí estaba yo, calentando con los muchachos, gritando alguna cosa, nervioso. Ya el cómodo sillón no lo era tanto, las veces que me paraba para gritar eran cada vez menos espaciadas.
Los nervios eran demasiados, para colmo, nos hacen un gol. Ya no eran nervios, era desesperación.
-Vamos que podemos muchachos!!! Vamo’ el Elbio carajo!!! Gritaba desde la computadora y alguno se daba vuelta. Cada uno que corría por esa banda se llevaba una arenga virtual de mi parte. Sí, me escuchaban, era parte de ellos, estaba ahí. Estoy convencido de que no eran 11 jugando. Éramos 12, yo salté en cada pelota, ayudé a trancar ¿por qué no? le di un empujoncito a cada uno cuando iba a rematar, yo sé que estaba ahí.
Cobran penal. Se puede venir el empate, no encuentro una posición cómoda para ver el mismo. Me pongo a pensar si tenía alguna cábala que cumplir, no sé, no me importa. Los segundos de esa eterna carrera eran horas y ahí llega, le pega, gol!!!!!!!!!!!!!
Estaba un poco más tranquilo, pero los nervios no me abandonaban, las chances del ascenso estaban más cerca ahora. Termina el primer tiempo y con él se viene la charla técnica. Aquí se viene otro momento increíble que jamás voy a olvidar. Alguien tiene la brillante idea de poner la computadora en el centro de la charla técnica. Ahí estaba yo, escuchando las indicaciones, prestando atención como si me tocara entrar. Asentí con la cabeza a kilómetros de distancia como si estuviera ahí. Listo, estaba listo para la segunda mitad de la batalla.
Comienza el segundo tiempo y obviamente también aumentan los nervios. Se me ocurre preguntar cuánta batería le quedaba a la computadora.
-Dice que 33 minutos
No me va a alcanzar para ver todo el segundo tiempo pensé, pero ya tenía coordinado para terminarlo por celular. Pasaron los minutos y los muchachos dejaban todo en la cancha, el 1 a 1 se hacía más y más grande.
De repente, tiro libre a favor y ese no sé qué en el aire que daba a entender que algo bueno se venía. ¿Qué pasó? Y qué podía pasar… Se acabo la batería!!!!
La imagen quedó congelada con la pelota yendo hacia el arco. No lo podía creer!!
-Me estás embromando!!!
Casi como que 3 segundos después (parecieron 15 minutos) me acuerdo de agarrar el celular y llamar a mi hermano. Solamente escucho gritos y más gritos, había sido gol, estábamos realmente a un paso de ese tan ansiado y merecido ascenso. Mi hermano (gran hincha del Club) emocionado del otro lado me dice:
-No sabés lo que es esto, no sabés ¡qué golazo!
El partido termina y me meto a festejar con los muchachos, ascendimos, y yo desde el celular salté como uno más, festejé y me quedé afónico ante la mirada atónita de la gente en mi casa en Buenos Aires que no podía entender qué hacía gritando y saltando con unos auriculares puestos y una computadora que colgaba de estos.
Todo tenía sentido, todo valió la pena, todo estaba en su lugar. El “Elbio” estaba donde tenía que estar, se comenzaba a labrar un camino lleno de victorias, sacrificio, trabajo y satisfacciones que hoy lo ponen en la divisional “C”, primeros, peleando cabeza a cabeza con instituciones de muchos más años y tradición que nosotros.
Hay algo que quizás sea común en los equipos de amigos en la Liga, pero nosotros lo tenemos muy acentuado: estamos ahí siempre el uno para el otro, podrán hacer cosas parecidas, pero jamás iguales. El “Elbio” es una locura que sólo la entiende quien la vive y la lleva en las venas.
Es por eso que entre otras cosas, podemos decir con orgullo que tenemos la primera transmisión en vivo en la historia de la Liga Universitaria para el exterior.
Viva la Liga Universitaria de Deportes! Viva el Club Elbio Fernández!
Martín “Chape” Ciappesoni
Club Elbio Fernández
Muchas gracias. ?Como puedo iniciar sesion?